Si hace unas semanas mi columna de opinión se centraba en la deriva que lleva la mala gobernabilidad de nuestro país, hoy quiero tratar el resultado de esa deriva, en todos los aspectos imaginables, y que tan malas consecuencias está teniendo para la economía y la gestión interna de lo cotidiano, de todo lo que afecta a la salud emocional de los ciudadanos.
En este breve espacio de tiempo asistimos con incredulidad, pero sin opciones, al avance del populismo nacionalista, que ya ha obtenido importantes éxitos a ambos lados del Atlántico. Un populismo que difiere de las izquierdas en que éste lleva en su programa la prioridad de lo español. Pero no en un concepto semántico, sino en lo real, en la idea de volver a hacer grande a España en el pensamiento colectivo, por mucho que algunos quieran quitarle hierro, porque para que este país avance hay que replantearse volver a la unidad, volver a poner en valor la esencia de lo español, con sus defectos y sus virtudes.
No es VOX el único partido político que aboga por la prioridad de los españoles en temas esenciales, ante la pasividad de los partidos de siempre y la demagogia trasnochada y peligrosa de los marxistas de Podemos y compañía. Se trata de una tendencia a recuperar la esencia de país, que tuvo su origen en Inglaterra, con el Brexit, y que está haciendo temblar a la política europea con el avance de las derechas en muchos países de la UE y en los Estados Unidos de Donal Trump, aunque esa sea harina de otro costal.
Lo cierto es que el concepto de Nación se ha abandonado en muchos países desde la entrada en la Unión Europea, tomando como buenas muchas consignas que han perjudicado seriamente la convivencia y el bienestar social de los ciudadanos, cada vez más acosados laboral y económicamente. Cada vez más perjudicados en políticas sociales que van para los emigrantes, y esta es una realidad como un templo, mientras se desprotege a los españoles.
“El orden mundial neoliberal ha fracasado y el ecosistema político está cambiando para adaptarse a ese fracaso”, opina Theodore Beale, y es verdad. Las políticas migratorias de “al fondo hay sitio” están teniendo una repercusión social extremadamente negativa, sobretodo en países, donde como España, los nativos siguen teniendo demasiadas carencias y pocas soluciones.
A veces pienso que quien dirige la política mundial, tiene previsto estos cambios, como sucedió con la aparición de Podemos, fruto de un descontento generalizado por la pasividad de los gobiernos que se negaban a tratar con la gente corriente. Ahora el cambio tiene que ver con recuperar la identidad española que han pervertido y saqueado los partidos de izquierda. Con hacer frente a un separatismo violento y desmedido, amparado por el gobierno de Pedro Sánchez. Con la idea de defender y apostar por los valores tradicionales; los que defienden a las mujeres de sujetos violentos que son verdaderos desechos sociales, con la defensa de las costumbres y tradiciones del mundo rural, que es la esencia de cualquier país. Con una apuesta firme y decidida por impulsar el sector primario y, sobretodo, por la protección a la familia con políticas que nos permitan crecer como país.
España es la cuarta economía de la zona euro. Una economía que se mantiene, principalmente, por el esfuerzo de los pequeños y medianos empresarios, que son el verdadero motor del tejido empresarial. Una economía que no puede fiarse a políticas sociales para todo que el quiera traspasar nuestras fronteras de manera ilegal, que es el verdadero trasfondo de lo que está sucediendo en Europa. Una bomba de relojería que puede estallar más pronto que tarde, dando al traste con todos los logros obtenidos hasta ahora, por culpa de quienes priorizan lo de fuera a lo español. No se trata de un rechazo generalizado al emigrante, se trata de controlar quien entra a nuestra casa para que no nos robe la esencia de lo que tantos años nos ha costado ganar y proteger. Porque si nos olvidamos de que la prioridad es España cerraremos las puertas al futuro.